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Parasomnias
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Las dinámicas de vida actuales permiten que el mundo se transforme y genere en cada persona una carga que dependiendo de sus estrategias de afrontamiento podrá gestionar de una manera sana o no; con ello llega al pensamiento humano la necesidad de ser productivos, efectivos y “multitasking. Sin embargo de ese deseo inminente de no perder el control sobre si mismo y el entorno, la mente encamina un conflicto poco fácil de desenredar por si solos donde pensamientos, emociones y la gestión el tiempo entran a jugar un papel importante en la aparición y gravedad de los trastornos de sueño, específicamente en parasomnias.

Tener un dato exacto sobre cuántas personas en el mundo experimentan parasomnias sería poco prudente, puesto que se requiere tener en cuenta algunas variables como: el entorno de cada persona y lo que esto detona en su sistema emocional, la magnitud de los síntomas y la cantidad de episodios. Sin embargo según estudios y algunas aproximaciones se estima que alrededor del 10% al 30% de la población general ha experimentado algún tipo de parasomnia en algún momento de su vida, es decir, es una patología común y puede afectar al ser humano en cualquier edad. En algunos casos las parasomnias aparecen como síntoma de otros trastornos subyacentes.

Algunas de las parasomnias más comunes en adultos son: sonambulismo, terrores nocturnos y TCREM (Trastorno comportamental del sueño REM). El TCREM es poco común y es más probable que aparezca en la población masculina, estos episodios se caracterizan por movimientos violentos y actividad motora bastante intensa durante la fase de sueño REM, se asocian a sueños vívidos y violentos. Algunas personas podrían golpear, patear, hablar, saltar de la cama o incluso agredir a otras personas mientras duermen, incluso pueden lastimarse a sí mismos. Algunos factores que contribuyen al desarrollo de dicho tipo de trastorno en esta población son: estrés, horarios irregulares de sueño, exceso de trabajo y consumo de sustancias.

En el caso de los niños, algunas que suelen presentarse son: sonambulismo, pesadillas y enuresis nocturna. Esta última se refiere a la emisión involuntaria de orina durante el sueño en niños que tienen una edad en la que se espera que tengan control sobre la vejiga, esta emisión se da de manera absolutamente involuntaria, puede ser un proceso normal del desarrollo que se supera con el tiempo. Sin embargo, cuando persiste más allá de cierta edad sin mejorar puede causar angustia, afectar la autoestima y la calidad de vida del menor. Algunos factores que contribuyen al desarrollo de dicho tipo de trastorno en esta población: la historia familiar, cambios significativos, eventos traumáticos y estrés, uso de algunos medicamentos y privación del sueño.

Es necesario aclarar que el proceso de intervención para mitigar el efecto de las parasomnias depende específicamente del tipo y la magnitud de los síntomas. Sin embargo algunas de las acciones comunes para su tratamiento pueden incluir: psicoeducación y asesoría al paciente y su familia sobre los síntomas, factores de riesgo y prevención de episodios, establecer hábitos claros y coherentes para fortalecer una higiene del sueño adecuada, en algunos casos el tratamiento farmacológico sería necesario para regular los patrones de sueño y reducir episodios. En el caso de los niños la terapia cognitivo conductual es una estrategia absolutamente importante debido a que se centra en cambiar los patrones de comportamiento que propician la aparición de parasomnias.