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EL DUELO Y SUS ETAPAS
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El duelo es un proceso de curación ante el dolor de la pérdida. Para conseguir superar el duelo producido por la muerte solemos atravesar por varias etapas que Elisabeth Kübler-Ross nos señala, y que forman parte del marco en el que aprendemos a aceptar la pérdida de un ser querido. Estas son negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Estas etapas son reacciones a sentimientos que pueden durar minutos u horas mientras fluctuamos de uno a otro; no entramos ni salimos de cada etapa concreta de una forma lineal ni todos las experimentan en orden.

Podemos atravesar una, luego otra y retornar a la primera. A menudo experimentamos un profundo pozo de sentimientos diferentes a la vez, con lo que el duelo se convierte en algo confuso, ante esto no tenemos que elegir qué sentimiento es correcto y cuál es incorrecto, es importante darse la oportunidad de sentir cada sentimiento cuando aparece y explorarlos en lugar de reprimirlos, ya que cada uno de ellos es la indicación de la intensidad del amor hacia la persona amada.

La negación nos ayuda a dosificar el dolor de la pérdida, y se concreta en un cuestionamiento de la realidad, ya que nuestro cerebro aún no está preparado para aceptarla tal y como es; luego poco a poco esta va siendo sustituida por la realidad. La ira se manifiesta de muchas formas, puede ser ira hacia un otro, hacía sí mismo (culpa), hacia la vida o incluso hacia Dios. Suele buscarse un culpable ya que consideramos injusto que esto esté sucediendo; a menudo elegimos la ira para evitar los sentimientos más hondos hasta estar preparados para afrontarlos: cuanta más ira te permitas expresar, más sentimientos hallaras debajo, como por ejemplo el dolor de la pérdida.

La negociación puede adoptar la forma de una tregua temporal, queremos retroceder el tiempo, nos extraviamos en un laberinto donde no hacemos más que repetirnos “ojalá”, o “¿Y si…?” queremos que la vida vuelva a ser como era, queremos que nuestro ser querido nos sea restituido.  Cuando atravesamos la etapa de la negociación la mente modifica los acontecimientos pasados mientras se explora todo lo que se podría haber hecho y no se hizo.

La depresión es una respuesta normal y adecuada ante la pérdida de un ser querido. Una vez que nuestra mente se dirige al presente aparece una sensación de vacío, la realidad parece ser demasiado avasalladora, y el duelo entra en nuestra vida a un nivel más profundo. La vida parece no tener sentido, te sientes pesado y la acción de ponerte en pie requiere un esfuerzo del que careces. La depresión nos obliga a ir más lento y nos permite evaluar de forma real la pérdida; nos obliga a reconstruirnos de nuevo desde la nada, limpia el camino para crecer. Cuando te permites a ti mismo experimentar la depresión desaparecerá una vez haya cumplido su propósito.

La aceptación no consiste en que te guste una situación. Consiste en ser consciente de todo lo que se ha perdido y en aprender a vivir con dicha pérdida, con el tiempo a través de pequeños pasos de aceptación, vemos que no podemos mantener intacto el pasado, que las cosas han cambiado para siempre y debemos readaptarnos. En esta etapa se acepta la realidad de que nuestro ser querido se ha ido físicamente y se reconoce que dicha realidad es la realidad permanente. Vamos sanando y esta curación se refleja en las acciones de recordar, recomponerse y reorganizarse; inicialmente puede ser solo tener más días buenos que malos a medida que volvemos a empezar a vivir y a disfrutar de la vida.

Todas las pérdidas son dolorosas, no hay una pérdida que cuente más que otra, tú eres el único que puede reconocer la magnitud de tu pérdida, nadie sabrá nunca el significado de lo que compartiste.  El duelo que cada persona experimenta es único por lo tanto sería erróneo compararlo con el duelo de alguien más; de allí la importancia de respetar el proceso de duelo de cada quien.

 Referencia Bibliográfica.

Kübler-Ross, E. Kessler, D. (2022). Sobre el duelo y el dolor. Barcelona, España: Ediciones Luciérnaga.